Las enfermedades del pericardio constituyen una causa frecuente de consulta al cardiólogo ,
y son las grandes desconocidas de la cardiología. William Osler en 1892 decía que “ninguna enfermedad grave ha pasado inadvertida a los médicos con tanta frecuencia como la cardiopatía pericárdica”
.
El pericardio es una membrana serosa que rodea el corazón a modo de saco y está compuesta de dos capas (parietal y visceral). Entre ambas capas pericárdicas existe líquido, originado en la
ultrafiltración del plasma sanguíneo, en una cantidad que se estima entre 15 y 50 ml. El pericardio está irrigado por la arteria mamaria interna. Su inervación se efectúa por ramas de los nervios
vagos, frénicos y el tronco simpático. Los nervios frénicos corren adosados a las caras laterales homó-
logas del saco pericárdico, acompañado por sus respectivas arterias y venas.
El pericardio cumple con tres funciones principales:
• actuando como ligamento, limita los desplazamientos del corazón, fijándolo anatómicamente.
• actuando como membrana, recubre al corazón reduciendo la fricción externa debido a los
movimientos cardíacos y reforzando las porciones relativamente más finas del miocardio.
Además constituye una barrera frente a la inflamación procedente de estructuras contiguas
y es asiento de importantes mecanismos de defensa inmunológica, ya que posee cierta actividad fribrinolítica.
• realiza una función mecánica al envolver al corazón en una cubierta relativamente inelástica y llena de líquido. De esta forma, impide la dilatación cardíaca aguda y mantiene la distensibilidad ventricular normal y las relaciones de presión/volumen adecuadas.
El pericardio puede verse afectado por agentes infecciosos, físicos, traumáticos, inflamatorios
o de una forma secundaria a procesos metabólicos o enfermedades sistémicas. La reacción ante estas
No hay comentarios:
Publicar un comentario